Y me fui volando.
Me detuve lejos y miré atrás.
Miré de nuevo adelante.
Quebradas mis alas, no volví a volar.
Aquella mirada al pasado,
aquel placer postergado,
aquella falta de lo principal.
Por suerte el camino seguía.
No tengo alas, pero mis pies,
que en otros tiempos caminaron,
no quieren dejarme volver.
Y a las mil derivas, tiré mil heridas,
con la esperanza de nunca volver
a verlas de nuevo en mi piel.

No miramos al pasado por si duelen los recuerdos,
no miramos al presente por miedo a que no se asemeje
a lo que dejamos atrás.
Pensamos que todo va a ir bien y nos desilusionamos,
pensamos no llorar y nos fallamos,
y tal vez sea tarde para volver a empezar.
La cordura se nos viene encima
y encadenamos nuestra habladuría
a demostrar lo que creemos ser
y lo que somos en realidad.
Me pregunto tantas veces en qué me he equivocado,
que me salen las respuestas que no quiero escuchar.
Y pienso evadirlo todo, condenar mi letanía,
mis contadas alegrías, mis pueriles decisiones,
y mis ganas de llorar.
Un ilusión, un sueño...
locura transitoria por capricho del azar.

Pediré un aplauso por los malos momentos,
por los buenos y por los que no llegaron a suceder.
Pediré un aplauso tambien por la espera,
por la incertidumbre y por cada una de las flores del jardin.
Pediré un aplauso por reencuentros indeseados,
por sueños no soñados y por ilusiones sin desfallecer.
Pediré un aplauso por la risa, las muchas penas,
las idas sin prisa y las vueltas que no tocan fin.
Pediré un aplauso por cada mañana nueva,
por cada recuerdo que traiga y por lo que nos lleve a suponer.
Pediré un aplauso por la paciencia,
por la paranoia y la imprudencia de no poder elegir.
Pediré tambien, si me dejan, un aplauso para el silencio,
esa nota que todos sabemos tocar y a pocos nos gusta creer...
Pediré tambien para las palabras que me digo y me miento
y ante todo para el que las quiera llegar a entender.
Pido aplausos para el que mueve los hilos de nuestras cometas
y a la vez odiamos, porque el viento es más caprichoso que él.
Sirva de desagravio un aplauso para el que,
aún mirando al frente, no ve a través de la pared.

Ella es esa amante que nunca tendré
se esfuma como el aire,
sin importarle lo que deja atrás.
Y me lleva a buscar en la basura
que tengo tirada en la cabeza
y esbozar la mejor sonrisa
que le pueda regalar.
Ayer la vi y deseé estar con ella,
regalarle mis secretos,
como el cielo regala un sol al despertar.
Que yo no he pedido tanto,
sólo quiero despertar en su jardín
arropar para que mate el frío,
escuchar sus penas y crear alegrías
que se ría de sus miedos
y regalarle un rio,
para escuchar un suave latir cuando caiga el día.
Si me dejan, haremos sólo uno de los dos,
sellando con un beso,
y creando alegrías de nuestro dolor.